Por una notificación adecuada

El despido se conoce como la pena capital en el ámbito laboral. El despido debería ser la culminación de un proceso progresivo de disciplina y debería ser una medida extraordinaria. Un patrono, o una empresa, invierte sus recursos en adiestrar y capacitar a su personal para que su ejecutoria sea óptima. La experiencia adquirida es muy valiosa para la empresa porque no solo mejora el servicio brindado sino que también, ayuda a adiestrar al nuevo personal y se va transmitiendo ese conocimiento colectivo.

Sin embargo, al momento de despedir a una persona de su empleo, al día de hoy no se le ha requerido al patrono notificar por escrito las razones para el despido. El despido es un acto que puede afectar adversamente a una persona, a familias, provocando que se queden sin sustento y sin medios para atender sus necesidades básicas. Cuando hablamos de los despidos, debemos siempre hacerlo con empatía y sensibilidad. Es un momento de mucha dificultad emocional y económica, especialmente si hay enfermedades y necesidades especiales en ese hogar que se quedó sin sustento para vivir.

En la absoluta mayoría de los despidos, las personas buscan ayudas económicas como el desempleo, préstamos y asistencia económica. En todos los casos, las agencias e instituciones bancarias solicitan una copia de la carta de despido para facilitar el proceso. En el caso de desempleo, conocer las razones de un despido puede agilizar grandemente el proceso para determinar si procede este beneficio, que aunque modesto e insuficiente, ayuda a quien se quedó sin trabajo y salario. Estas ayudas o préstamos pudieran salvar vidas. El Senado debió aprobar el PS 1191 para que se notifiquen las razones de un despido por escrito. Sin embargo, la alianza viciosa entre los partidos PNP, PPD y PD consistentemente le vota en contra a las medidas que ayudan al bienestar de las familias y de la clase trabajadora.

Esta columna se publicó originalmente en Metro