Puerto Rico atraviesa una bancarrota moral

Dos eventos recientes y aparentemente inconexos confirman la bancarrota moral del Estado Libre Asociado y de sus instituciones, incluso aquella que parecía haber resistido el embate del desprestigio y la desconfianza: la judicatura.

Me refiero, por un lado, a las primarias del Partido Popular Democrático (PPD) y del Partido Nuevo Progresista (PNP). En las primarias del 2024 del PPD participaron 134,579, es decir 82,452 personas menos que en el 2020. Y en las primarias del 2024 del PNP participaron 292,332 personas, un aumento insignificante en comparación con el 2020. No podemos olvidar que en el 2020 las primarias fueron durante la pandemia. La tendencia incuestionable es la pérdida vertiginosa de participación de la militancia PNP y PPD en sus procesos primaristas: en el 2008 participaron más de 750,000 personas; en el 2016 participaron 467,700 personas y en el 2020 participaron 291,607 personas. 

Las denuncias contra la CEE -tanto del equipo Pierluisi como del equipo González- confirman además que la Comisión Estatal de Elecciones también está en bancarrota. Podemos sin embargo aseverar que la CEE solo defiende la democracia más allá de este mundo: garantizándole el voto a los muertos y negándose a divulgar sus nombres. 

Por otro lado, se confirma la bancarrota institucional del más alto foro de la rama judicial. En días recientes, una mayoría del Tribunal Supremo de Puerto Rico descalificó, mediante una Sentencia que recogió las voces de cinco de los ocho magistrados, las candidaturas por acumulación del Movimiento Victoria Ciudadana. La conexión entre ambos eventos es que mientras por un lado se sigue debilitando el bipartidismo y fortaleciéndose el cambio democrático, las instituciones cuyos intereses están amenazados por los cambios democráticos se aferran a sus privilegios y tratan de entorpecerlo, de atrasarlo, porque como hemos visto a través de la historia una vez comienzan, los cambios resultan -tarde o temprano- inevitables. 

Esto demuestra también que Puerto Rico, además de su bancarrota fiscal, atraviesa una bancarrota moral. Hemos demostrado que no nos quedaremos de brazos cruzados. Seguiremos transformando nuestra indignación en acción, en correa de transmisión del cambio democrático. Inscríbete y vota por la Alianza de País.